De vez en cuando paso por la casa de antes
y en la vidriera de zapatos ortopédicos
miro las manos de un muñeco vendado.
Hace mil años que está ahí.
Sólo le han ido cambiando el escenario:
columnas de yeso con zapatos,
enanos de jardín entre muletas,
una guirnalda navideña que celebra
la prosperidad del negocio y la renguera.
No sé qué me asombra más: si lo que cambia
o lo que permanece;
pero qué alivio pensarlo en ojotas,
con una flor en la cabeza
hoy que es verano.
jueves, 22 de abril de 2010
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2 comentarios:
lindo texto, Carla. ayer vi tu libro en santiago arcos,estaba sin dinero
pero no volverá a suceder.
Gracias Pablo. Ahora va a salir el nuevo! te tengo al tanto. saludos!
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