miércoles, 7 de julio de 2010

Pierdo o hago o mato tiempo
junto al corral de los perros que trajeron
los paseadores de oficio a ladrar a la plaza.
Es el tiempo entre horarios,
una nube muy alta.

En el colectivo, no sé acomodarme.
Ni saben estos ojos atrapar el día.
De la gente a mis zapatos; de la ventana
al caño amarillo al que me agarro,
la mirada no encuentra a lo que asirse.

Y va a ser esto nada más
lo que me lleve hoy a la cama:
un hueso escondido entre las cosas
que vi y que en el sueño espero hallar
ardorosamente enloquecidas.

No hay comentarios: